https://luisdelaguila.com/2023/05/02/zonas-de-entrenamiento-pulso-ritmo-y-percepcion-de-esfuerzo/
En el entrenamiento de carrera, es necesario tener unos indicadores de intensidad, en base a los cuales podemos estructurar las sesiones de cada entrenamiento. Hace ya más de 50 años, las intensidades comenzaron a establecerse en base a porcentajes en relación al 100% del VO2max. Posteriormente, y con la aparición del pulsómetro a finales de los 80, se empezó a utilizar el pulso como principal indicador de referencia. La herramienta del gps fue además incorporada para la utilización del ritmo de carrera en la primera década del año 2000. De esta manera, a día de hoy, indicadores fisiológicos como el pulso se vinculan a indicadores externos de rendimiento asociados al ritmo. Así, es muy habitual utilizar ambos, pulso (fisiológico interno) y ritmo (externo), como los principales indicadores en la prescripción de entrenamiento estructurado enfocado a la mejora del rendimiento. Además, tenemos un tercer indicador, subjetivo, pero no por ello menos importante, vinculado a la percepción de esfuerzo.
Con todo ello nos encontramos con al menos tres indicadores, pulso, ritmo y percepción de esfuerzo, como herramientas principales a la hora de prescribir intensidad en cada una de las sesiones de entrenamiento en el deporte de la carrera a pie. Asociado a los dos primeros, pulso y ritmo, se han establecido hasta 9 zonas de entrenamiento diferentes, aunque también se puede «simplificar» a 7 zonas, 5 zonas, e incluso 3 zonas. Cada una de esas zonas corresponde una franja de pulso, y a una franja de ritmo. Además, como hemos indicado anteriormente podemos asociar cada zona de entrenamiento a una percepción de esfuerzo, habitualmente en rango de 0 a 10, siendo 0 como percepción de esfuerzo muy suave, hasta 10 con esfuerzo máximo.
En el entrenamiento de carrera, es necesario tener unos indicadores de intensidad, en base a los cuales podemos estructurar las sesiones de cada entrenamiento. Hace ya más de 50 años, las intensidades comenzaron a establecerse en base a porcentajes en relación al 100% del VO2max. Posteriormente, y con la aparición del pulsómetro a finales de los 80, se empezó a utilizar el pulso como principal indicador de referencia. La herramienta del gps fue además incorporada para la utilización del ritmo de carrera en la primera década del año 2000. De esta manera, a día de hoy, indicadores fisiológicos como el pulso se vinculan a indicadores externos de rendimiento asociados al ritmo. Así, es muy habitual utilizar ambos, pulso (fisiológico interno) y ritmo (externo), como los principales indicadores en la prescripción de entrenamiento estructurado enfocado a la mejora del rendimiento. Además, tenemos un tercer indicador, subjetivo, pero no por ello menos importante, vinculado a la percepción de esfuerzo.
Con todo ello nos encontramos con al menos tres indicadores, pulso, ritmo y percepción de esfuerzo, como herramientas principales a la hora de prescribir intensidad en cada una de las sesiones de entrenamiento en el deporte de la carrera a pie. Asociado a los dos primeros, pulso y ritmo, se han establecido hasta 9 zonas de entrenamiento diferentes, aunque también se puede «simplificar» a 7 zonas, 5 zonas, e incluso 3 zonas. Cada una de esas zonas corresponde una franja de pulso, y a una franja de ritmo. Además, como hemos indicado anteriormente podemos asociar cada zona de entrenamiento a una percepción de esfuerzo, habitualmente en rango de 0 a 10, siendo 0 como percepción de esfuerzo muy suave, hasta 10 con esfuerzo máximo.
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- Metabolism

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